viernes, 1 de diciembre de 2006

Las infusiones purifican el cuerpo



Las infusiones constituyen una de las bebidas de mayor relevancia en el ámbito mundial. Desde tiempos remotos, la práctica de preparar bebidas con hierbas, mediante la acción del calor para extraerles sus principios activos, constituyó un modo de deleitarse con una fina bebida, a la vez que ayudaba al organismo a reponerse y protegerse del frío invierno o del intenso calor.
Múltiples son las propiedades de esta bebida que adquiere una connotación especial en la época moderna, como un recurso magnífico para favorecer a nuestro organismo y librarlo de numerosas enfermedades. Por sus propiedades relajantes, antioxidantes y reconstituyentes, además de su agradable sabor y reconfortante aroma, resulta un alimento de alto valor que le permite ocupar un lugar preponderante en la mesa familiar.
Cabe puntualizar que el proceso de infusión se refiere a la extracción de las sustancias aromáticas de las hierbas, por una cocción en agua que no llega a hervir; en el caso de la decocción, referida al proceso para obtener los cocimientos, el agua hierve junto con la planta por varios minutos. Sin embargo, se acostumbra identificar las infusiones como cualquier bebida preparada con alguna hierba en agua hirviendo. Las infusiones se preparan con el té y también a partir del uso de diferentes plantas aromáticas (manzanilla, mentas, tilo, romero, hinojo). Resulta muy común el uso de frutas como elementos aromatizantes.
La infusión más popular es la que utiliza la hierba té, planta de la familia de las Teáceas, procedente de la Camellia sinensis, cuyo procesamiento ulterior origina las distintas variedades de té que se conocen. El se considera la bebida preferida por casi todos los pueblos, la más consumida después del agua, la leche y el vino.

El Origen del Té
La planta del té es nativa del sureste asiático y se consume en China quizá desde el 2 800 a. C. Se dice que corría el año 2737 a. C. cuando el emperador chino Sheng-Tun descubrió casi por casualidad esta formidable y delicada bebida.
Este emperador practicaba la herbolaria como una forma de salud e higiene corporal, y exigía de todos sus súbditos que se cuidaran por dentro (él mismo bebía sólo el agua hervida). Un día, mientras se encontraba en el bosque, sentado bajo la sombra de un árbol de té silvestre y esperando la ebullición del agua, presenció cómo unas hojas secas cayeron de forma casual en su vasija, para dar paso al nacimiento de este trascendental líquido.
Durante mucho tiempo los chinos guardaron el secreto de la preparación de esta cocción, y posteriormente ciudadanos del gigante asiático viajaron a Japón y a Corea, donde el té se impregnó definitivamente en la vida social de estos pueblos. Los monjes budistas asimilaron el té como un componente indisoluble de su ritual. El se considera por muchas culturas como sinónimo de paz, pureza, respeto, armonía, tranquilidad e higiene interior.
A mitad del siglo xvii el té llega a Europa y gradualmente se inserta en la vida de muchos países, principalmente Inglaterra y Rusia. Sin embargo, dado su elevado precio y su sello eminentemente aristocrático, no es hasta el siglo XVIII que se eleva a la categoría de costumbre. En este lado del planeta se inicia su consumo hacia 1700, fundamentalmente por los colonizadores estadounidenses, aunque por razones económicas, originadas por la Guerra de Independencia, triunfa el café como bebida preferida en estas latitudes.

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